viernes, diciembre 12, 2008

Desde lo Efímero a lo Eterno

Un teórico del teatro decía por ahí que, una característica fundamental del teatro es, su carácter efímero. Donde la vida de los personajes, sus pasiones, alegrías, emociones etc. Sólo duran, lo que dura la representación de la obra. La magia dura ese instante, en que el actor, despliega toda su creatividad para ponerla al servicio de un personaje. Siendo esto parte de una convención circunstancial. Un acuerdo entre el público y el actor, respecto a la realidad que se manifiesta en cada representación. Terminada la función, se pagan las luces, se baja el telón y de lo vivido sobre el escenario, nada queda. Salvo el vago recuerdo en la retina del espectador, de lo vivido al interior de la sala, donde personajes ficticios, cobraron vida, mediante la generosidad del actor, que les prestó su cuerpo, su voz, su alma, para que la magia se manifestara. Salvo registros en vídeo, de lo representado, el trabajo del actor desaparece sin dejar más huella, que el recuerdo en los asistentes a la función. Hamlet, ha sido representado miles de veces por innumerables actores, el personaje existe en el papel, pero la representación del mismo, pertenece al terreno de lo efímero. Una vez que el actor ha desaparecido, solo recortes y fotografías quedan del estreno de la obra. Nada más.
En oposición, la fotografía captura el instante, congelando el tiempo, otorgándole un carácter eterno, mientras no se destruya el soporte, en la cual la imagen, se sustenta.
A la inversa del teatro, con el desaparecimiento del fotógrafo, su trabajo visual, sus imágenes, lo trascienden en el tiempo. Donde sujeto y objeto vinculados a ese instante, quedan congelados en el tiempo, que se vuelve actual, cada vez que contemplamos nuevamente la imagen. Desde ese punto de vista, la fotografía nos permite capturar la esencia de las cosas, más allá del devenir del tiempo, que todo lo borra o destruye. Por eso la fotografía se ha vuelto cada vez más popular. Nuestra inconsciente necesidad de detener ese tiempo que se nos escapa entre las manos, es a través de la fotografía, ya sea realizada esta en una sofisticada cámara, o en un sencillo celular. La imagen queda, permanece, más allá de nosotros mismos. Desaparece todo lo demás, pero la imagen persiste en el tiempo, acercándose a aquello, que lejos de lo efímero se encamina por lo eterno.