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jueves, noviembre 27, 2008

Blade Runner: Larga noche bajo la lluvia y un Unicornio al amanecer



La fotografía tiene que ver fundamentalmente con el problema de la luz. Un problema a solucionar, para ver, para ayudar a ver. La fotografía se construye sobre la base del manejo de la luz, “escribir con luz”. Escribir sobre espacios, escribir sobre acciones, escribir sobre tiempos.
La fotografía del cine, busca escribir con la luz, a través del lente.
Esa gráfica en Blade Runner, está dada por la vasta experiencia en cine publicitario de Scott. Y que aquí adquiere el supra formato en lo que a soporte de luz, se trate. Scott y su director de fotografía asumen, el desafío de, contar una historia de noche. Una noche eterna. Interminablemente lluviosa. Donde la mezcla de olores y lenguas, bajo la lluvia ,tiene aquí una gran muestra. La lluvia como elemento tensionante, complica a cualquier director de fotografía. Pero, Scott, logra combinar diferentes tipos de luces: tungsteno, neón , sodio, flúor, etc. , con una lluvia espesa, con vapores y densa bruma, donde las ejecuciones adquieran un toque impresionista. La incursión del láser en el cine, logra luces que pueden cortar el espacio, definiéndolo como un espacio significante, en si mismo, Un espacio que se sirve de la luz, para darse a conocer. Un espacio vigilado. Un espacio virtual. Cruzados por estas luces, mientras los cuerpos se deslizan dentro de él. Supra espacios, donde las dimensiones son Kafkeaneas. Edificios Barrocos, iluminados magistralmente, para configurarse en espacios, de sacrificio, a favor de la luz. Desde esa perspectiva, la fotografía se basa en una noche sostenida, durante dos horas, para llegar al final, al amanecer. Cuando los enamorados se fugan de si mismos. De ese papel que les había asignado la Corporación Tyrell. El final de la larga noche, que sella el amor entre el humano y la replicante. El unicornio va al final, de testigo, al amanecer.

sábado, noviembre 22, 2008

Blade Runner: Harrison Ford, el Carpintero.


Lo más importante para un actor, es una indicación precisa, de parte del director; de qué es lo que quiere, con el personaje, en relación a su concepción del film. Es en esta estrechísima relación, surge la magia de la creación de un personaje.
Durante toda mi experiencia como actor y director, pude constatar esa premisa, del arte de la actuación
Un director debe conocer a su actor para que éste entienda, las indicaciones en forma coherente, con la totalidad de un film, que se va armando a fragmentos. En este sentido, la relación Ford-Scott, fructifica a un punto tal, que permite a Ford, madurar los conceptos vertidos, en torno a la creación de un exterminador, de replicantes, a lo largo de su carrera.
Si hay una de las cosas que técnicamente me fascina en Harrison Ford, es su precisión, en la ejecución de las Acciones Físicas, del personaje, el preciso manejo con los elementos, sea esta una espada, un látigo, o un celular en el oído, con un arma en la mano. La acción física, puesta al servicio de la emoción. Emoción que por lo general es de una angustia sostenida en el tiempo, que pueden llevarlo al terror.
La definida tesitura, emocional que despliega Harrison Ford, en su actuación, acentuada por una perfecta, concatenación, de las acciones y los textos, en relación a un rápido Tempo, generan la magia. Aparece un exterminador, que siente diferentes niveles de angustia, de hastío, de indiferencia ante la muerte.
Cuando, se estrenó por primera vez Blade Runner, en Chile, fue en el Teatro de Universidad Católica, donde trabajaba y estudiaba, como actor. Recuerdo que la escena que más me quedó dando vueltas, técnicamente, fue el momento, en que el exterminador, se lava. Se lava las manos de su sangre. Se lava las manos y el rostro de todas las muertes. Se lava la cara, de su rostro de asesino. Es espera que el agua lave su condena.
La convulsión de la muerte, del que asesina, magistralmente realizada, a partir de una acción física, altamente significante.
Mientra caminaba, luego de unas cervezas, por la avenida del costado del teatro, me busqué en los bolsillos los Lucky , encendí uno, recordando su actuación. Mientras el Ronson, se cerraba dejando su suave estela a bencina blanca, pensé que Ford, estaba genial, que para ser un gran actor, había que ser antes, un gran carpintero.





miércoles, noviembre 19, 2008

BLADE RUNNER: Ratchel, la preferida de dios.


Al final, solo ella se salva.
Ella, es la amada por todos.
Ella, la mas perfecta de los replicantes.
Ella, sabe que Roy va a morir.
Ella, sabe que es mas humana que todos.
Ella, que va adelante en cada acto.
Ella, que fuma, tiene recuerdos, sensaciones, toca el piano y que es mas perfecta que Roy.
Ella, que seduce a su ejecutor, que la va a salvar de los sicarios, que pretenden eliminarla.
Ella, que había sido la joya de la compañía.
Ella que era propiedad de la corporación.
El lujo mas exclusivo de dios.
La versión perfecta.
La diosa.
Ella, acaba con todos y se escapa con el ejecutor.


Este final tan delirante, tuvo objeciones desde ciertos ámbitos, de cuestionamiento.
Tanto así, que Ridley Scott, tuvo que elaborar dos finales.
Generando una versión completa, que fue entregada mucho tiempo después, de la previa.

La tesis de que una diosa, vence a toda la Corporación Tyrell, mediante una ejecución sistemática, de todos sus compañeros replicantes, subvertidos contra la entidad que desarrolla inteligencia artificial, no podía ser aceptada de buenas a primeras.

Ella sabe desde un comienzo, que el ejecutor los va a eliminar a todos, menos a ella.
Ella sabe, que es la preferida de dios.

lunes, noviembre 17, 2008

Blade Runner; Lágrimas bajo la lluvia




Hay un punto de inflexión donde la lágrima se confunde con la lluvia, como si el agua caída de los cielos, fuesen los cielos, esos cielos internos que sangran por los ojos, como si eso fuese a devenir en algo, que pudiese contener la realidad, a través de ellos. Esos ojos, que vieron aquello, que el creador ni siquiera soñó.
Roy es el que lleva el estigma del dolor, por haberse revelado a su creador. Es el anta-gonista, "el malo de la película", pero que tiene un alma, tan blanca como la paloma que asciende, llevándola en sacrificio, a esos mismos cielos que lo vieron nacer.
Roy asciende, con la marca de Caín en la frente, como en Hesse.
Es Judas. Es el estigmatizado, el hijo pródigo, que se auto clava la mano, para ser el súper hombre de Nietzsche.
Roy sabe, que es hijo del bien y del mal, que tiene alma, que tiene recuerdos, que ama, que desea a esa mujer hermosa, y que no va a permitir que el ejecutor, le desprenda de su sentido del Ser.
Sabe que ascenderá ese edificio altar. Sabe que será ejecutado. Pero asciende y acepta su sacrificio en pos de su humanidad. Esa humanidad arrebatada replicante a replicante.
Roy es la versión perfecta. Es un Titan. Se sobrepone a todo, incluso al dolor de si mismo. Sus dedos y sus manos ya pueden soportarlo todo. Destrozaron, incluso, la mente de su creador, que lo admiraba.
Pero debe morir.
Es el destino de los dioses. Ahora, solo le queda luchar hasta el final. Hasta cuando todo solo sean, lágrimas bajo la lluvia.

viernes, noviembre 14, 2008

Blade Runner: Ridley Scott




Hay un momento en el tránsito, de los héroes trágicos, en toda la dramaturgia griega, en la cual, se produce lo que más tarde fue llamado, "epifanía".
Conocida técnicamente como "anagnórisis", es el momento exacto en que el Héroe, tiene una percepción más total, más gestáltica, del devenir de su vida, en relación con su destino.
Es el momento de la verdadera claridad, en el acto de pensar, es el momento donde la reflexión, la meditación alcanza lo sublime y un entendimiento que tiene que ver con lo perecedero, que escapa a lo cotidiano, a aquello que sucede casi por azar. Este momento, de ribetes mágicos, produce un grado de conciencia distinto del entramado, donde se desenvuelve la vida de los personajes que constituyen la historia. Este nuevo grado de conciencia, le permite "ver" al Héroe, la verdadera dimensión de su camino. La verdadera hazaña, en la que está envuelto.
Hasta ese momento previo, sólo tiene la conciencia de un ser normal que se debate entre los pesares y alegrías de cualquier ser humano, o supra humano, en el caso de los Titanes.
Hasta ese momento todo es "normal", controlable, manejable, bajo los principios aristotélicos del Causa y Efecto. donde las categorías dicotómicas, sirven para "entender" la realidad y actuar en consecuencia, en pos de un objetivo, sea este individual o común.
La anagnórisis en cambio, sitúa al Héroe en otra dimensión, donde las unidades de Tiempo, Espacio y Acción, se trizan y se rompen, para dar a luz, a un nuevo orden, al discurso, desde la perspectiva de Michel Foucault. Un orden que tiene que ver más con lo divino que con lo terreno. Con lo imperecedero que con aquello, desechable. En ese momento de lucidez, el héroe se da cuenta, que su misión es más compleja e importante, que lo que él creía, al comienzo. Hay un descubrimiento de una verdad, que encierra todas las verdades, y que tiene que ver con las preguntas que todo ser humano se hace y que tienen que ver con lo vital de la existencia. Desde Esquilo hasta Kantor, pasando por Shakespeare. Las preguntas son siempre las mismas, y las respuestas, son las que dan origen al pensamiento humano, a la humanidad contenida en la filosofía, desde Sócrates a Nietzsche.
Esta magistral escena, de Blade Runner, "contiene" ese pensamiento, ese momento mágico donde las preguntas esenciales que atraviesan la historia de la humanidad, vuelven a hacerse presente en los personajes centrales. Prota y Anta Gonista. Como el yin y el yang, enfrentados al misterio de la vida, en momentos en que esta se vuelve sublime y desde el pensamiento, nos llega mediante la emoción, al alma. Donde reside la vida y la plenitud de la misma.