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sábado, julio 03, 2010

El Purgatorio

El pasillo estaba iluminado, por las luces de tungsteno que se reflejaban, sobre el piso. Las bancas a manera de asientos, se hacían interminables, en ese corredor sin fin. Pocas personas circulaban y solo los familiares, permanecíamos a la espera, a la espera de algo, que nos sacase a todos de ahí. Los segundos se hacían eternos, entre los ecos, de puertas que se abrían lejanas. Los recuerdos se sucedían, unos tras otros, en una mezcla confusa, que no daba orden alguno, a una secuencia azarosa, a modo de collage. Yo había sido el primero en entrar, como siempre, a la sala, donde se repartían las camillas, entre máquinas e implementos médicos, que te aterrizaban, a un lugar donde el silencio era interceptado, por los sonidos, que emergían de ellas. El respirador mecánico, marcaba el pulso, de un tiempo eterno. Las personas de los lados, habían ido abandonando este mundo uno a uno, cada día con una nueva ausencia. Una fuerte intuición se dejó caer sobre las plegarias, que soterradamente, se dejaban escapar de mis labios. Salí, al corredor con la plena conciencia de quien regresa del purgatorio, a una medianía entre la vida y la muerte. Me dejé caer en el asiento, con un fuerte dolor de cabeza. En pocos segundos, comencé a sentirme muy mal. El cerebro, parecía estallar y el lado derecho de mi cuerpo comenzó a encogerse, y a mostrar, claros signos de alteración. Los nervios, comenzaron a transformarse, en angustia y el dolor de cabeza, en una bomba a punto de estallar. Pálido y sudando frío, me levantaron, casi inconsciente, por el corredor, en busca de alguna enfermera, que me pudiese atender. No había nadie, casi todos se habían retirado. Por una puerta accedimos a una sala que decía: recuperación intensiva. Casi desmayado, me subieron a una camilla, dos enfermeras, me desnudaron rápidamente, al momento que comenzaban a hacerme un electro cardiograma, mientras me tomaban el pulso y decidieron inyectarme, medicamentos para controlar, una peligrosa alza de presión. En cosa de segundos comencé a perder la conciencia, hasta entrar en un estado semi hipnótico. Donde se tiene la percepción de estar viviendo un sueño, donde se está mas muerto que vivo. Muchos de los que ahí estaban, me hablaban, para que no aflojase y me mantuviese despierto, pero ya no podía hablar, la sedación era total. Apagaron la luz, en un momento en que no sentía nada, mi cuerpo era algo ajeno. Una leve sección, de mi cerebro quedaba en vigilia, hasta que sin darme cuenta, me abandoné al sueño. En ese instante, comencé a sentir una placidez, de quien no siente dolor alguno. Una especie de paz, de tranquilidad, lejos de la angustia que me había llevado hasta ahí. No hacía frío, pero igual sentí abrirse la puerta, era incapaz de abrir los ojos, para saber quien se acercaba. No hubo ni un solo sonido. El silencio era sordo, como una sala de grabación. Un leve movimiento, me hizo percibir, que alguien dejaba caer suavemente una manta sobre mis pies y en mi estado de inconsciencia, recordé cuando era niño y destapado me había quedado dormido sobre la cama. Al momento que mi padre, pasaba y me tapaba con alguna frazada. Perdí la noción del tiempo. Hasta cuando se acercó la enfermera y me sacó, de improviso de mi sopor. Despiértese, -me dijo-, su papá, necesita que lo vaya a vestir.
Aún completamente sedado, me incorporé sobre la camilla. Un frío polar, el frío de la muerte, me calo hondo. Mi ropa de abrigo no estaba y sólo en camisa, atravesé el ventanal. En una penumbra, que me acompañó por un camino, de interminables laberintos hospitalarios. Alguien me paso la chaqueta de mi padre y me la puse sobre los hombros. Hasta que llegamos a una puerta, que demoró eternos minutos en abrirse. Cuando pude entrar, me di cuenta, que la vida había cumplido un ciclo. Que ya todo había sucedido. Y entre lágrimas que me inundaron, por dentro, recién tuve la certeza, de que TU, ya habías partido.


In Memoriam:

Carlos Francisco Carvajal

4 oct 1933- 3 jul 2006


Carvajal Art 2010

domingo, junio 20, 2010

Carvajal y José Saramago


Era la tarde de marzo, de un domingo más, el loft, se expandía en lo ignoto de su extensión, en esa interminable soledad. Todo parecía normal, afuera, los sonidos se encabritaban unos sobre otros, en el rebote del cemento,colándose por la pequeña ventana, del gran ventanal, que miraba hacia el norte; dejándose caer hasta mis oídos, suavemente. Sentado, quieto, cabizbajo en el silencio, con los ojos hacia adentro, en medio de la negrura de la incertidumbre. Un segundo, como un screen que sólo recuerda, las formas, las figuras y todos sus colores, con sus texturas, que hacían de mis dedos,todo su goce. Yo no veía nada, a tientas me incorporé desde el foutón, hasta el mueble de la televisión, tropecé con la mesa de centro y boté una figurita, que adornaba, sobre el cuadrilátero de vidrio, en la cual, recuerdo, se reflejaban, las nubes en su lento caminar. Casi inmóvil nuevamente, a riesgo de volver a tropezar, me detuve a pensar, tratando de recordar el objetivo de mi periplo, en búsqueda de algo, que no sabía, su exacta ubicación. A tientas nuevamente, logré ubicar el control remoto. Encendí, en un acto de digital reconocimiento, de los botones, que me recordaran su función. Supuse que la imagen estaría en la pantalla, cuando de improviso, comienza a hablar un señor. Y ese señor, da paso a la presentación del libro, acerca de la Ceguera...y quien habla, es José Saramago. El, no me podía ver a mí, ni yo a El, solo escuchar. La emoción me comenzó a inundar, sin piedad. Mi regreso, hecho camino incierto, fue un vía crusis, sin fin, una retórica de la imagen, latente en la retina. Una entelequia del recuerdo. Apenas un devaneo, de todas las ansias.
Caí lentamente, como de costado, absorto en sus palabras. Y volví a quedarme quieto, en silencio interior, escuchando, solo escuchando.
Esa tarde, fuimos sólo dos ciegos: José Saramago y yo.

Maestro, nos vemos luego, gracias por su compañía, nos dejas lo mejor de TI, convertido en Evangelio.

Carvajal Art 2010

In Memoriam José Saramago

martes, abril 27, 2010

Carvajal Mr. Charles El Finiquitado

Mr. Charles: The Labourer
Carvajal Art 2010

Hoy me despidieron. Y curiosamente, recuperé unos marcos para mis lentes, que son un homenaje a mi maestro Bertold Brecht. Maestro de un teatro social y político, pensado para un público obrero. Hoy levanté con orgullo mi martillo y lo entregué con mi firma en un costado. Recordando esa vieja frase:

HAY HOMBRES QUE LUCHAN UN DÍA Y SON BUENOS
HAY HOMBRES QUE LUCHAN MUCHOS DÍAS Y SON MUY BUENOS
PERO HAY QUIENES LUCHAN TODA LA VIDA
ESOS SON LOS IMPRESCINDIBLES

Y yo soy de esos. Un luchador incansable.

Cuando los mediocres, de la empresa chilena TECNO, contratada por BELFOR, me dijeron que ponían fin a mi contrato, me sorprendió que me dijesen, que era un muy buen trabajador, pero que no les había gustado, la forma, en que había reclamado por mis derechos laborales. Derechos que son ley en mi país.
Cuando en la noche,caminando por Santiago, escuchó un grito:
Eyy. Chaaaarrrless!!.
Y se paran para darme un gran abrazo, eran mis jefes norteamericanos, con quienes trabajamos muy duro, mano a mano, realizando un excelente trabajo y para quienes dejé de ser un simple operario, para ser un gran amigo: Mr. Charles, the friend of all.
Carvajal Art 2010

miércoles, abril 21, 2010

Carvajal The Carpenter: El Carpintero

The Carpenter: El Carpintero
Carvajal Art 2010


Querida Soraya:

Quiero agradecerte la maravillosa entrevista realizada, por el diario La Nación y que he publicado in extenso, en mi sitio de arte.
Pero en especial, quiero agradecerte el título, de la misma.
En mi vida, me han dicho muchas cosas, pero ser llamado un "artista obrero", para mi es un honor.
En un mundo, donde la mayoría busca ser el primero, el presidente del holding, el gerente de la empresa, el jefe del área, el líder del grupo, yo he sido llamado a ser el ultimo de la fila, para saber que no estoy solo. Cuando me visto el mameluco, me acompañan los mártires de Chicago, se sonríe don Clotario Blest(1), detrás de su mezclilla. Con mis calamorros, se gozan los salitreros de la Santa María de Iquique(2), se alza Luis Emilio Recabarren(3), con las manos entrelazadas, aprende inglés detrás de las rejas Manuel Bustos (4), los martillos danzan con los clavos dando golpes de sudor, bajo el sol como inclemente testigo, del lento marchar de las horas. Cuando enciendo la luz de mi casco, al interior del túnel, reviven los sacrificados en Sewel(5), los acribillados del Salvador(6), emergen desde el fondo del mar, envueltos en grisú, desde los profundos piques, hasta los lavaderos de Lota(7), el "cabeza de cobre" y el "mister" de Baldomero Lillo(8). Los serruchos dan sus mejores notas y los alicates, cortan hasta los lamentos, los coletos afirman las esperanzas, que sostienen a los taladros y los formones. junto a las cerchas acuden a las llaves, en busca, de los niveles y los plomos.
En un mundo, donde los obreros son los ultimos de la lista, es un honor ser carpintero, para que al final de mis dias, el mayor de los carpinteros, me llame a ser el primero de la fila.

Besos

CIC
  1. Líder Sindical Cristiano, perseguido y encarcelado innumerables veces, en su lucha por la reivindicación de los derechos de los trabajadores.Toda su vida vistió su mameluco azul de mezclilla, típica vestimenta de los obreros de su época.
  2. Matanza de 3600 obreros, niños, ancianos y mujeres, en Iquique, en respuesta a su huelga, por la injustas condiciones de miseria en las salitreras del norte de Chile.
  3. Luis Emilio Recabarren Serrano (*Valparaíso, 6 de julio de 1876 - † Santiago, 19 de diciembre de 1924) fue un destacado político Chileno de principios de siglo XX. Es considerado el padre del movimiento obrero chileno revolucionario izquierdista.
  4. Líder sindical democratacristiano, encarcelado durante la dictadura de Pinochet.
  5. Mineral de cobre, explotado por los norteamericanos en Chile.
  6. Mineral de cobre en el norte de Chile, donde murieron asesinados, trabajadores en respuesta a una huelga por la reivindicación de condiciones mas justas el año 1968.
  7. Mineral de carbón, en la ciudad de mayor pobreza y explotación del siglo XIX, en el sur de Chile.
  8. Escritor chileno que narra en sus dos obras cumbres, Sub Terra y Sub Sole, el padecimiento de los obreros del carbón, en Lota.

miércoles, abril 02, 2008

Cuadro a Cuadro


Cuadro a Cuadro


 


Desprendido ardientemente de su boca, colgando de sus rojos labios, como en Rouge.


Descendía suavemente por su blusa, hasta encontrar esos frutos, erectos, suaves, levemente bronceados, sobre aquella esquiva arena de algún fotograma, por ahí suelto en un recóndito lugar de mi memoria.


En aquel profundo y curvo espacio, donde la retina, retenía celosamente, los mejores momentos de Fanny y Alexander.


Uno tras otro, aparecían como colgando del perlón, los fotogramas de mi virtual achivo mental.


La tenue luz, también elaborada, a ratos Fassbinder, a ratos Saura, y unos destellos, que emulaban a Ridley Scott cortando, la lenta cadencia de los sonidos, de aquella banda sonora, que se arrastraba, lentamente sobre el alfombrado suelo.


Su jadeante respiración, decidía el ritmo del desprendimiento, como cámara haciendo una descendente grua, sobre su húmeda piel.


Mientras mi olfato buscaba el fin de todo ese trayecto, el laberíntico viaje, en que Kúbrick me había sumido, avanzando lento hasta el orígen de la vida, botón a botón, cuadro a cuadro, su impúdico vello púbico, frondoso, abudante, como el calor que de él emanaba, aparecia como llamaradas de sal, que inundaban mi cara, ahogando mi lengua en un sordo sonido a lo Blue Velvet.


La calle era recuerdo, la escalera era ayer, la puerta, era pasado, el caer de las ropas,el emerger de los cuerpos, desde la obscuridad, al momento en que ya el ojo estaba excitado, era solo presente.


La retina a toda pantalla gigante, como en Sueños de Kurosawa.


Y yo aún como espectador atrasado, en mi soñar, cortado por los haces de luz del proyector.


Como flashes sobre mi cuerpo,mientras buscaba la fila, en el centro del centro.


Ayudado solo por el acomodador, en este obscuro periplo, como lazarillo guiando, con el haz de luz de la linterna, botando nuevamente desde el suelo.


Luego el hundirse en la butaca, y descubrir que ahí estaba nuevamente, ella, desnuda en la pantalla.


Yo impactado, estupefacto, embrujado.


Volvía a verla, una y otra vez.


Ella, sola como un sueño de Lars Von Triers y todo su dogma


De pie, desnuda ante la cámara.


Entonces se producía la magia.


Un mandala se abria ante mis ojos.


Esperando el fotograma preciso donde ella era toda piel y sudor.


Entregada al juego de las pasiones, como en el Imperio de Los Sentidos, que saltaban desde el guión, al capricho absoluto del director.


Comenzaba a buscar nuevamente aquella secreta concordancia, entre su figura en la pantalla y la imagen desnuda ante mi.


Cada reintento de llegar hasta su esencia, era nuevamente hundirse en la butaca,  y abandonarme por entero a esa onírica vigilia .


El lento desvanecimiento de la luces del cielo del cine, anunciaba lo que venía, en medio de la ansiedad porque llegase el momento en que ella sedugiese al lente, y de ahí a mi ojo: ella y su sexo.


El descubrir de la pantalla, simil del desprendimiento de todo vestido, sobre su cuerpo, de toda prenda, ataviada solo de Opium, entrando a horcajadas en la acción.


En unos créditos sobre la cámara que corre por alguna calle de New York, la música llevando el pulso, de aquello que se avecinaba.


Cada latido tras la secuencia, entregado absolutamente, hipnotizado como en Solaris.


Las manos aferradas al placer en el apriete de la sabanas, ese Konchalowsky, dejando que ella fuese mía.


Cuadro a cuadro, siguiendola en todo los planos, en todos los encuadres.


Ella, dejándose caer sobre la trama, yo dejándome caer sobre ella, ensoñado, absorto en el screnn.


Entonces, el proyector y su escaso ruido, desaparecían en mis oídos, y nuevamente, ya era presa, de ese eufórico ritmo, en que las escenas se devenían una tras otra, y el corazón a todo latir, una y otra vez.


Hasta el momento en que el fouyer, aparecía como alegoría de lo verdaderamente real.


La banda sonora aún no terminaba y los créditos me retenían mientras por el pasillo, encandilado regresaba a la nada


San Diego no era la misma, Ruiz y sus hechizos, me la habían cambiado.


Ni que hablar del ojo.


Agónico, exausto, hasta las lágrimas, bisectado con Buñuel y su Perro Andaluz, cegado en la Alameda, a costa de tanto Neón y Tungsteno, aún más irreal.


Podría ser cualquier espacio, cualquier ciudad de Sudamérica.


Quizás La Ciudad de Dios.


Quizás Los Perros de la Calle.


El Normandie había quedado atrás.


Y ella se había desvanecido en el screen.


Nostálgica mi alma, se devatía entre una creciente angustia y y una emergente euforia.


El gusto sediento de bares, llevaba solo mi cuerpo hasta el Jaque Matte, mi alma se había quedado con ella.


El hombre de bigotes, ya leía el profundo deseo, en mi mirada.


Los Estados Alterados, confundían a Herzog, con "lo mismo de siempre".


El salto hacia las profundidades del shop, me hacía emborrachar la memoria, para no recordarla, para no soñarla, para sostener solo la escasa conciencia, de nuestro próximo encuentro, en la próxima función.


Ahora que estoy ciego, de cuando en vez, viajo hacia a mi retina, la recuerdo y la revivo nuevamente.


Como siempre, palmo a palmo, beso a beso, cuadro a cuadro.


 


 


Ojo Ciego 2008


Carvajal Art