Con la muerte de un comunero mapuche en la Región de La Araucanía, a manos de la policía uniformada: Carabineros de Chile, se abre nuevamente la discusión sobre el imperio del Estado de Derecho en esa zona del país. Muchas voces se han alzado desde ayer, condenando la violencia, como vía de solución, de lo que llaman eufemísticamente el “conflicto mapuche”. Desde la Iglesia, pasando por los voceros de gobierno, mediante el subsecretario del interior, hasta la Presidenta Bachelet . Todos rasgan vestiduras por la quema de predios, de los latifundistas, propietarios de esos terrenos, los atentados contra los camiones de las empresas forestales, el bloqueo de los caminos y las interminables muertes, a manos de la policía. Todos dicen abogar por una solución pacífica, pero nadie, absolutamente nadie, desde los medios de comunicación explica, el verdadero trasfondo de la crítica situación económica, que ha llevado a los pobladores mapuches, a extremar las formas de presión, para la recuperación de sus tierras. Nadie explica, que dichas tierras les fueron expropiadas a sangre y fuego por el Ejército de Chile, durante la administración del Presidente Vicente Pérez Rosales. Operación dirigida y planificada por el Coronel Cornelio Saavedra, quien llevó adelante, uno de los genocidios más grandes que contenga la historia de Ejército Chileno, en contra de niños, mujeres, ancianos y hombres, que sólo defendían, las tierras que les pertenecían por derecho propio, desde sus ancestros, mucho antes de la llegada del conquistador español, Pedro de Valdivia. Nadie explica, que una vez muertos, a cañonazos, bayonetas y metralla, dichas tierras quedaron en poder de acaudaladas familias, mediante resquicios legales, que constituyen en si, un fragrante delito a la propia concepción de la propiedad privada, que nuestra sociedad, se esfuerza tanto en proteger. Nadie explica, que los engañaron, haciéndoles firmar documentos que ni siquiera sabían qué decían, ya que ellos no sabían leer ni escribir español. Nadie dice, que se les sometió por el hambre, dejándolos al margen de toda dignidad humana, al margen de cualquier posibilidad de sobrevivir. Nadie dice, que la zona de la Araucanía registra los mayores índices de pobreza e indigencia en nuestro país. Nadie dice, que los que actuaron en defensa propia, fueron los comuneros y no la policía, al verse agredidos y violentados en lo más sagrado de su cultura, que es la tierra: la Pacha Mama, la madre tierra que los vio nacer y que sin dueño alguno, debe ser resguardada, de quienes la han profanado, en su dimensión más sublime, y han hecho usufructo, de los bienes que ella ha generado, para los Mapuches, los auténticos Hombre de la Tierra ( Mapu= Tierra, Che= Hombre).
Por eso, hoy día, en que nuevamente un hombre de la tierra, cae muerto, por la espalda, con balas pagadas por el Estado Chileno, se revive el genocidio de Cornelio Saavedra. Hoy, cuando miles de mapuches, luchan, como ninguna Etnia, en el mundo, capaz de resistir 500 años, al sometimiento, por la reivindicación de sus derechos. Hoy, que se alza el grito, de una de las etnias más desarrolladas en su cosmovisión, dentro de la culturas precolombinas, nuevamente, sin vergüenza de la sangre mapuche que corre por nuestras venas, en un porcentaje de mestizaje superior al 60%, en medio de un país extranjerizante e ignorante del valor de la cultura de nuestros ancestros. Hoy, gritamos con más fuerza, en mapungún (lengua del pueblo mapuche): MARRICHIWEU: “Una y mil Veces: Venceremos”.
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