Esa noche del '95, era la primera vez que el Flaco Spinetta, daba un concierto en Chile, no lo pensé ni un instante, no me lo podía perder. El Flaco al igual que Charly, no podían ingresar al país, por prohibición de Pinochet; de inmediato me compré las entradas, para el Estadio Santa Rosa de Las Condes, pero había un pequeño problema, mi segundo hijoÌsmàèl Bn' Àctìvàò, tenía solamente dos meses, y aún lo estaban amamantando y no había alternativa, al parecer, pero como, siempre las soluciones, están en mi mano, decidí cargar yo, a mi hijo y luchar por entrar, ya que era muy dificil que un bebé, pudiese ingresar a un recital, era algo tan inusual, como descabellado. Pero...ahí estaba, nuevamente yo, en la fila, con Ismaél en mi pecho. La gente me miraba con asombro y las mujeres, con su instinto maternal, a flor de piel, nos hacían guiños y cariños, con ternura infinita, al momento que decían con asombro:" Mira, la guagua!...". El tipo de la puerta, me paró y me dijo muy seco: "no se puede entrar ni con niños, ni animales". -"Bueno...,- le dije-...afortunadamente, no es un animal, es mi hijo y es fanático del Flaco...".El guardia, quedó tan desconcertado, que dijo: "Pase...bajo su responsabilidad". Nos acomodamos a un costado del escenario, baja la mirada atónita de la gente que miraba con asombro, a un tipo entrar con un bebé. Comenzó el recital mientras al oído le cantaba, las canciones más conocidas, del repertorio. Cuando llegó un momento de profundo silencio y comenzaron los acordes, de Barro Tal Vez, yo le dije a Ismael, esté si que es un temazo, un regalo. Terminó el tema y una gran ovación, se apoderó del espacio, todos gritaban y aplaudían a rabiar. La emoción me embargó y en vez de aplaudir, agarré al Isma y a manera de ofrenda, lo levanté bien alto, por sobre mis hombros, al momento que gritaba,enardecido, lo mismo que años antes le había gritado a Piazzolla: " Grande Flaco!!!...no te murás nunca!!!..."
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