En un terreno baldío del Centro de Santiago, en la intersección de las calles Agustinas y Manuel
Rodriguez, encontré esta pintura anónima. Me pareció interesante el juego que el pintor hacia con la sensación de figura y fondo, creando el efecto de una ventana, en la cual al
fondo se divisa el mar, al costado hay una ventana y al otro costado se ve una mujer que mira hacia el espectador.
Varios motivos me decidieron a enviarla al concurso fotográfico del bicentenario; en primer lugar la pintura, que por los materiales
utilizados ,así como el soporte, un muro de adobe, sobre el cual se esparce un barro, en los cuales van los tintes y pinturas, tiene un carácter más de "intervención espacial", pública por cierto y anónima, más aún. A diferencias de las instalaciones plásticas de
Leppe,
Mezza,
Ruiz etc. que se realizan en espacios cerrados y de función artística. Este lugar es un lugar público, de
intersección de calles con un autopista. Un lugar donde en la noche se instala un "
carrito" a vender
sandwichs y café; en una especie de terreno de nadie, que quedó al margen de la
remo delación que realizaron las concesionarias de las Autopista Central. En ese terreno de nadie, alguien imaginó una ventana con vista al mar, en medio del cemento
capitalino, al costado de una avenida, que se transformó en autopista y dividió en dos el centro de Santiago,
estableciéndose como frontera, entre el Barrio Cívico y Santiago Poniente Antiguo, ambos motivos de la
atención de mi lente sobre ellos. La aparición de una torre de edificios por sobre esta pandereta de adobe, marca en la imagen el devenir del progreso desde el el punto de los significados y desde el punto de vista formal, tensaba la composición, haciendo más real la sensación de profundidad mediante la ventana. Por ultimo y como decía Ramón
Nuñez en la P.U.C..
Last but not least..., el personaje de la mujer que sale desde el barro es muy potente como signo de los tiempos, un cierto aire a la
Gabriela Mistral de los billetes de cinco mil pesos, terminaron por decidirme. Dos siglos, Bicentenario: Han pasado dos siglos y en este lugar donde eran vendidos los esclavos durante la colonia, esta ventana parece mantener vivo el ir de venir del mar, donde los azules de la pintura y el cielo son uno solo. Ojalá le vaya bien a la foto.