lunes, noviembre 17, 2008

Blade Runner; Lágrimas bajo la lluvia




Hay un punto de inflexión donde la lágrima se confunde con la lluvia, como si el agua caída de los cielos, fuesen los cielos, esos cielos internos que sangran por los ojos, como si eso fuese a devenir en algo, que pudiese contener la realidad, a través de ellos. Esos ojos, que vieron aquello, que el creador ni siquiera soñó.
Roy es el que lleva el estigma del dolor, por haberse revelado a su creador. Es el anta-gonista, "el malo de la película", pero que tiene un alma, tan blanca como la paloma que asciende, llevándola en sacrificio, a esos mismos cielos que lo vieron nacer.
Roy asciende, con la marca de Caín en la frente, como en Hesse.
Es Judas. Es el estigmatizado, el hijo pródigo, que se auto clava la mano, para ser el súper hombre de Nietzsche.
Roy sabe, que es hijo del bien y del mal, que tiene alma, que tiene recuerdos, que ama, que desea a esa mujer hermosa, y que no va a permitir que el ejecutor, le desprenda de su sentido del Ser.
Sabe que ascenderá ese edificio altar. Sabe que será ejecutado. Pero asciende y acepta su sacrificio en pos de su humanidad. Esa humanidad arrebatada replicante a replicante.
Roy es la versión perfecta. Es un Titan. Se sobrepone a todo, incluso al dolor de si mismo. Sus dedos y sus manos ya pueden soportarlo todo. Destrozaron, incluso, la mente de su creador, que lo admiraba.
Pero debe morir.
Es el destino de los dioses. Ahora, solo le queda luchar hasta el final. Hasta cuando todo solo sean, lágrimas bajo la lluvia.

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