Royal de Luxe
Muñeca Gigante
En Santiago de Chile
Aún siendo estudiante de teatro, en la Universidad Católica de Chile, en medio de la dictadura, de Pinochet, el teatro callejero, estaba prohibido, considerado una manifestación política, era costumbre, llevarse presos a los actores que osaran, cometer el delito de hacer teatro en vía pública. Esa suerte corrió Eugenio Barba, gran investigador y creador de la Antropología Teatral. Como no existía lugar, donde no se terminara en manos de la policía, llegó hasta nuestros oídos, el rumor de que la congregación de Los Domínicos, iba a facilitar, la explanada,en el frontis del templo, en los faldeos de un cerro, en la zona alta de Santiago de Chile, en uno de los barrios más exclusivos y hermosos de la ciudad.
Llegamos temprano esa tarde, curiosos, de conocer a una compañía francesa, que venía de visita, en momentos, en que el aislamiento cultural, era total,casi nadie venía, en protesta a la dictadura y los que venían, tenían que atenerse a las consecuencias.
Al estar al amparo de la iglesia, la policía se hizo presente a distancia y sin ánimo de reprimir.
La obra se llamaba: Perfume de Amnesia. Y era la primera vez que el Royal de Luxe, se presentaba en Chile. La obra comenzó, e inmediatamente no paramos de reirnos. Nos reimos los 45 minutos que duraba, la pieza. Que era en síntesis, una sesión de fotonovela postmoderna. Lo hilarante, se desprendía del hecho imnovador, para esa época, de mostrar tanto el "artefacto", como el "artificio", poniéndo el énfasis, en éste ultimo. Dejando a la vista el Deux et Maquina, de los griegos y que luego los romanos, llevaran al extremo, en sus espectáculos del Coliseo. El artificio, construído a partir de desechos, de un cúmulo de objetos reciclados. Todos puestos al servicio, de una puesta en escena que privilegiaba la percepción que de la visión frontal, el público tenía. Era una obra de teatro en formato fotográfico. Podíamos ver hasta los encuadres que hacía un fotógrafo en medio de la escena. Podíamos ver
lo que el director quería que viésemos. Con un ritmo vertiginoso, que nos dejaba con los detalles, interrumpidos por la risa, del ingenio en la creación y reciclaje de elementos, que adquirían una significación especial, en medio del espacio escénico.
Regresamos a casa, con la sensación de que el teatro que hacíamos, era demasiado antiguo, con sus formas y contenidos, fuera de tiempo. Nos vinimos con la sensación de que el Royal de Luxe, había cambiado nuestra percepción, para siempre, de lo que habría de ser un teatro postmoderno. Y yo, actor postmoderno, estaba pensando seriamente en hacer fotografía: Fotó!,Fotó!,Fotó!, como gritaba el director francés.
Carvajal Art 2010