Artículo 5
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Cuando recién comenzaban los sub-sónicos ruidos, desde las profundidades de la tierra, todos los seres vivos, estaban al tanto de lo que venía. Los sonidos siempre habían estado presente, tanto así que, los perros habían tocado el tema en las ultimas noches.
Las ovejas estaban muy inquietas como preocupadas, las vacas esperaban confiadas, en la versión de un toro, que había escuchado desde un televisor, de su dueño, las palabras de un ministro que decía que no había que preocuparse, que la situación estaba controlada, los chanchos, en cambio, habían oído las noticias en una radio regional, quienes sostenían que la cosa no estaba bien, y que se habrían producido temblores en forma sistemática.
Unos queltehues traían las primeras imágenes de un sobre vuelo de la zona del volcán Michimahuida.
La opinión entre los caballos estaba dividida, unos llamaban abiertamente a la subversión, otros confiaban en sus hermanos caballos y perros carabineros.
Las gallinas, en cambio, sostenían que, en caso de una emergencia, los humanos se marcharían y los dejarían abandonados a su suerte, cuando ya fuese muy tarde.
Una facción de los chanchos comenzó apoyar la tesis de la rebelión, ya que las cabras venían de vuelta. del volcán Chaitén sosteniendo que las fuentes de agua estaban contaminadas.
Unos lobos venían de Futalelfú, a bosque traviesa, para avisarles de la lluvia ácida que se vendría sobre todos.
La facción más radical de los perros, propuso la elaboración de un rápido plan de contingencia, pero los más cercanos a la posición oficia-lista, confiaban en una institución humana, llamada O.N.E.M.I., la cual habría sido creada para tales efectos devastadores de la naturaleza, en lo que se refiere a transporte, en casos de emergencia máxima y de forraje en el menor de los casos.
La facción dura, de los chanchos manifestó que desconfiaban profundamente de los humanos, porque la vez anterior cuando se había producido el tzunami, no había llegado ayuda a los humanos, menos habría de llegar ahora, ayuda a los animales.
Cundió el pánico en la población animal de la región. Unos por impotencia ante la incapacidad de ayudar a sus hermanos animales, a más de 150 klms. de distancia, y la de los desconsolados habitantes animales de Chaitén.
Las vacas se aseguraron y comenzaron a comerse el forraje que quedaba.
Unos caballos opinaban que había que cruzar al lado argentino, que allá había más ayuda que acá en Chile. Que en Argentina estaban en crisis agrícola y unos animales refugiados serían bienvenidos.
Los temblores se intensificaban y unas gaviotas que estaban coordinando la información de los movimientos de la Armada, para mantener informados a todos los animales, en red intercontinental ,estaban en máxima alerta.
La idea de abandonar a los humanos comenzó a fortalecerse, mientras unos perros seguían insistiendo en que sus amos, estaban confiados del gobierno de los humanos, para un rápido y efectivo rescate, los otros perros decían que no estaban de acuerdo, los humanos estaban erráticos, no tenían nada preparado.
Un gallo había visto a la jefa de la O.N.E.M.I. en un televisor de un canal de los humanos, la cual había llegado con 1200 mascarillas para una población de cuatro mil habitantes y que ni siquiera habrían nombrados a los animales. Los chanchos radicales decían que era de esperar, que ellos, no existían para los humanos y que si no morían por efecto del volcán, mas de algún cuatrero los mataría.
Los conejos dijeron que se iban para Chubut, aquí no había nada mas que hacer. Los humanos eran crueles y se salvarían solo ellos.
Un representante de los gatos entregó la información definitiva del canal nacional de los humanos; no habría transporte para los animales, no habría rescate, solo se llevarían a los que pudiesen vender, en la feria más cercana , y que es más, la presidenta de los humanos, habría puesto precio a cada cabeza de animal muerto en compensación a los humanos dueños.
"¡Eso es injusto"!, dijo un toro.
"¡Deberían indemnizarnos a nosotros"!, exclamó una gallina.
"...Hay una sola cosa clara " , dijo un perro:"...todos moriremos...".
"Así es...", se lamentó una vaca.
" Los humanos nos abandonaron", comentó la pava.
" Solo somos animales", espetó un burro.
" Unos pobres animales", sentenció el chancho.
Cuadro a Cuadro
Desprendido ardientemente de su boca, colgando de sus rojos labios, como en Rouge.
Descendía suavemente por su blusa, hasta encontrar esos frutos, erectos, suaves, levemente bronceados, sobre aquella esquiva arena de algún fotograma, por ahí suelto en un recóndito lugar de mi memoria.
En aquel profundo y curvo espacio, donde la retina, retenía celosamente, los mejores momentos de Fanny y Alexander.
Uno tras otro, aparecían como colgando del perlón, los fotogramas de mi virtual achivo mental.
La tenue luz, también elaborada, a ratos Fassbinder, a ratos Saura, y unos destellos, que emulaban a Ridley Scott cortando, la lenta cadencia de los sonidos, de aquella banda sonora, que se arrastraba, lentamente sobre el alfombrado suelo.
Su jadeante respiración, decidía el ritmo del desprendimiento, como cámara haciendo una descendente grua, sobre su húmeda piel.
Mientras mi olfato buscaba el fin de todo ese trayecto, el laberíntico viaje, en que Kúbrick me había sumido, avanzando lento hasta el orígen de la vida, botón a botón, cuadro a cuadro, su impúdico vello púbico, frondoso, abudante, como el calor que de él emanaba, aparecia como llamaradas de sal, que inundaban mi cara, ahogando mi lengua en un sordo sonido a lo Blue Velvet.
La calle era recuerdo, la escalera era ayer, la puerta, era pasado, el caer de las ropas,el emerger de los cuerpos, desde la obscuridad, al momento en que ya el ojo estaba excitado, era solo presente.
La retina a toda pantalla gigante, como en Sueños de Kurosawa.
Y yo aún como espectador atrasado, en mi soñar, cortado por los haces de luz del proyector.
Como flashes sobre mi cuerpo,mientras buscaba la fila, en el centro del centro.
Ayudado solo por el acomodador, en este obscuro periplo, como lazarillo guiando, con el haz de luz de la linterna, botando nuevamente desde el suelo.
Luego el hundirse en la butaca, y descubrir que ahí estaba nuevamente, ella, desnuda en la pantalla.
Yo impactado, estupefacto, embrujado.
Volvía a verla, una y otra vez.
Ella, sola como un sueño de Lars Von Triers y todo su dogma
De pie, desnuda ante la cámara.
Entonces se producía la magia.
Un mandala se abria ante mis ojos.
Esperando el fotograma preciso donde ella era toda piel y sudor.
Entregada al juego de las pasiones, como en el Imperio de Los Sentidos, que saltaban desde el guión, al capricho absoluto del director.
Comenzaba a buscar nuevamente aquella secreta concordancia, entre su figura en la pantalla y la imagen desnuda ante mi.
Cada reintento de llegar hasta su esencia, era nuevamente hundirse en la butaca, y abandonarme por entero a esa onírica vigilia .
El lento desvanecimiento de la luces del cielo del cine, anunciaba lo que venía, en medio de la ansiedad porque llegase el momento en que ella sedugiese al lente, y de ahí a mi ojo: ella y su sexo.
El descubrir de la pantalla, simil del desprendimiento de todo vestido, sobre su cuerpo, de toda prenda, ataviada solo de Opium, entrando a horcajadas en la acción.
En unos créditos sobre la cámara que corre por alguna calle de New York, la música llevando el pulso, de aquello que se avecinaba.
Cada latido tras la secuencia, entregado absolutamente, hipnotizado como en Solaris.
Las manos aferradas al placer en el apriete de la sabanas, ese Konchalowsky, dejando que ella fuese mía.
Cuadro a cuadro, siguiendola en todo los planos, en todos los encuadres.
Ella, dejándose caer sobre la trama, yo dejándome caer sobre ella, ensoñado, absorto en el screnn.
Entonces, el proyector y su escaso ruido, desaparecían en mis oídos, y nuevamente, ya era presa, de ese eufórico ritmo, en que las escenas se devenían una tras otra, y el corazón a todo latir, una y otra vez.
Hasta el momento en que el fouyer, aparecía como alegoría de lo verdaderamente real.
La banda sonora aún no terminaba y los créditos me retenían mientras por el pasillo, encandilado regresaba a la nada
San Diego no era la misma, Ruiz y sus hechizos, me la habían cambiado.
Ni que hablar del ojo.
Agónico, exausto, hasta las lágrimas, bisectado con Buñuel y su Perro Andaluz, cegado en la Alameda, a costa de tanto Neón y Tungsteno, aún más irreal.
Podría ser cualquier espacio, cualquier ciudad de Sudamérica.
Quizás La Ciudad de Dios.
Quizás Los Perros de la Calle.
El Normandie había quedado atrás.
Y ella se había desvanecido en el screen.
Nostálgica mi alma, se devatía entre una creciente angustia y y una emergente euforia.
El gusto sediento de bares, llevaba solo mi cuerpo hasta el Jaque Matte, mi alma se había quedado con ella.
El hombre de bigotes, ya leía el profundo deseo, en mi mirada.
Los Estados Alterados, confundían a Herzog, con "lo mismo de siempre".
El salto hacia las profundidades del shop, me hacía emborrachar la memoria, para no recordarla, para no soñarla, para sostener solo la escasa conciencia, de nuestro próximo encuentro, en la próxima función.
Ahora que estoy ciego, de cuando en vez, viajo hacia a mi retina, la recuerdo y la revivo nuevamente.
Como siempre, palmo a palmo, beso a beso, cuadro a cuadro.
Ojo Ciego 2008
Carvajal Art
El término "se fue a negro" tiene que ver con perder la conciencia, esa sensación trata de recuperar esta toma, también realizada en " Las Tejas".
Esta toma está realizada en " Las Tejas" , un local típico de comida chilena, conocidas como "picadas", en la calle San Diego; una calle muy bien filmada por Raúl Ruiz, por eso la elegí como imagen recurrente del sueño que tiene el personaje.
El lente busca problematizar al ojo, en todas las variables posibles. Por eso opté por un tipo de formato que sale de lo convencional, como si asistiésemos a una imagen que está distante de nosotros, en lo formal como en el recuerdo que de ella tenemos. Adhiero por tanto al movimiento Dogma 95, donde la cámara en mano busca significar a través de su movimiento. Antonionni decía que todo se tiene que mover delante del lente y creo firmemente en eso.
Los tonos azulados permiten "reventar" las luces que provienen de los tubos fluorescentes. Siempre me atrajo trabajar con diferentes tipos de luces, en este caso crea una sensación atmosférica, tan irreal como ebria. El movimiento ascendente hacia el cielo negro tiene que ver con esa mirada. Y es por cierto una memoria respecto a todas las instalaciones plásticas nacionales que utilizaron el tubo fluroescente, como elemento significante.
Como parte de una serie de ejercicios fílmicos, comencé a realizar tomas de diversas situaciones, que pudiesen ayudarme a configurar un cortometraje, en base a un sueño, que tiene que ver con una anécdota real, y que tiene como eje las sensaciones oníricas de un personaje, que es el que cuenta la anécdota, como si fuese un sueño. La anécdota parte efectivamente en una conversación telefónica que tiene como interlocutor al cineasta Raúl Ruiz. A partir de esa anécdota, pensé elaborar la continuación de la misma, a través de la consecusión de imágenes, que pudiesen recuperar esas sensaciones oníricas, donde no sabemos si lo que soñamos, ya lo habíamos vivido, o fue algo que vivimos y recordábamos en el sueño, o ni lo uno ni lo otro, solo un extraño sueño. Otro día subo las otras partes y luego el trailer.