
Avec une lumière ténue, les corps prennent des manières inattendues, où la
fragmentation, est une de mes options esthétiques.
Carlos Carvajal
©2009 Carvajal Art

Con mi querida directora Macarena Losada.
Carlos Carvajal, de vuelta al teatro.
Las texturas, los contraluces, me permiten pintar con luz, en mis fotografías.
TRAICION: 
Como parte del currículum de la Escuela de Teatro, teníamos que montar una escena, de alguna obra del Teatro Chileno. Mis compañeros se comenzaron a mirar las caras, mientras yo, ya tenía el nombre en mente.


Con la muerte de un comunero mapuche en la Región de La Araucanía, a manos de la policía uniformada: Carabineros de Chile, se abre nuevamente la discusión sobre el imperio del Estado de Derecho en esa zona del país. Muchas voces se han alzado desde ayer, condenando la violencia, como vía de solución, de lo que llaman eufemísticamente el “conflicto mapuche”. Desde la Iglesia, pasando por los voceros de gobierno, mediante el subsecretario del interior, hasta la Presidenta Bachelet . Todos rasgan vestiduras por la quema de predios, de los latifundistas, propietarios de esos terrenos, los atentados contra los camiones de las empresas forestales, el bloqueo de los caminos y las interminables muertes, a manos de la policía. Todos dicen abogar por una solución pacífica, pero nadie, absolutamente nadie, desde los medios de comunicación explica, el verdadero trasfondo de la crítica situación económica, que ha llevado a los pobladores mapuches, a extremar las formas de presión, para la recuperación de sus tierras. Nadie explica, que dichas tierras les fueron expropiadas a sangre y fuego por el Ejército de Chile, durante la administración del Presidente Vicente Pérez Rosales. Operación dirigida y planificada por el Coronel Cornelio Saavedra, quien llevó adelante, uno de los genocidios más grandes que contenga la historia de Ejército Chileno, en contra de niños, mujeres, ancianos y hombres, que sólo defendían, las tierras que les pertenecían por derecho propio, desde sus ancestros, mucho antes de la llegada del conquistador español, Pedro de Valdivia. Nadie explica, que una vez muertos, a cañonazos, bayonetas y metralla, dichas tierras quedaron en poder de acaudaladas familias, mediante resquicios legales, que constituyen en si, un fragrante delito a la propia concepción de la propiedad privada, que nuestra sociedad, se esfuerza tanto en proteger. Nadie explica, que los engañaron, haciéndoles firmar documentos que ni siquiera sabían qué decían, ya que ellos no sabían leer ni escribir español. Nadie dice, que se les sometió por el hambre, dejándolos al margen de toda dignidad humana, al margen de cualquier posibilidad de sobrevivir. Nadie dice, que la zona de la Araucanía registra los mayores índices de pobreza e indigencia en nuestro país. Nadie dice, que los que actuaron en defensa propia, fueron los comuneros y no la policía, al verse agredidos y violentados en lo más sagrado de su cultura, que es la tierra: la Pacha Mama, la madre tierra que los vio nacer y que sin dueño alguno, debe ser resguardada, de quienes la han profanado, en su dimensión más sublime, y han hecho usufructo, de los bienes que ella ha generado, para los Mapuches, los auténticos Hombre de la Tierra ( Mapu= Tierra, Che= Hombre).
Mucho se ha de escribir y especular sobre la gran figura del pop. Lo cierto, es que los hombres y su pequeña humanidad, casi siempre son superados por la imagen y el mito que construyen, los imperios de los medios de comunicación. Siempre que un hijo de obrero, llega alto, es susceptible de cuestionamientos y juicios apresurados, mediados por el afán de la obtención de dinero. Le ocurrió al hijo del carpintero de Galilea y a tantos otros. Michael Jackson, no era Michael Jackson, apenas un ser humano que solo quería que lo amasen y que en virtud de ese deseo, se entregaba a la música y el baile, enloqueciendo a las multitudes y enriqueciendo a los poderosos. Nunca los ídolos pueden disfrutar de sus logros, sus vidas están plagadas de infelicidad e infortunio. La fama les llega como una maldición, que los obliga a mantenerse como máquinas de producir dinero para otros, que los alaban y profitan de sus talentos. Ídolos que no se pueden retirar, porque el showbusiness, se lo impide. La figura comienza a devorar al ser humano. ¿Qué queda de ellos, con el paso del tiempo?: solo una imagen, una imagen sonora, una imagen pùblica, una imagen digital. De sus dolores y alegrias, solo un recuerdo vago y difuso, como sus certezas. La máquina del poder de los massmedia, los utiliza hasta el limite de la existencia, obligándolos a seguir, una y otra vez, haciendo el mismo show, no aceptando ni escusas ni ruegos. El show debe seguir. En esa obligatoriedad, se entrama el sufrimiento, en aquello, que por ser su arte, el fruto de su talento, convierte, aquello que los libera, en un verdadero calvario, que los mantiene prisioneros de esa figura mítica, que los sobrepasa.
Cuando comencé el año 95, el Barrio Yungay de Santiago de Chile, elegí a esta esquina, como una de las emblemáticas, para la exposición de la Universidad de Salamanca, en España,el año 2003.